Las raíces de Agustina Huamani

Donde a los pulmones les falta oxígeno, donde hace frío pero el sol abrasa la cara, donde las carreteras de tierra y vértigo se pierden en montañas desérticas de la sierra andina del Perú. A casi 4.000 metros de altitud, está el distrito de Pataypampa, una zona arrasada por Sendero Luminoso de naturaleza deteriorada y generaciones olvidadas. Ahí, Agustina Huamani, de 35 años, trabaja cultivando las raíces de los árboles que son el germen de un nuevo oxígeno para su localidad de 800 habitantes. Vende plantones de variedades nativas como queuñas, qolles y tastas. Con su labor consigue reforestar la zona, asentar las débiles tierras, que surjan nuevos alimentos a la sombra de las hojas, generar economía…

Por los alrededores de su casa de adobe y madera pululan las gallinas, la lana blanca y marrón recién esquilada se amontona en rincones y de fondo suenan los agudos sonidos de los nutritivos roedores llamados cuyes que después se comerán en familia. Agustina Huamani, con su rostro de rasgos suaves pero curtido, trabaja cultivando raíces de árboles y con ello es independiente económicamente, algo que no alcanzaba a imaginar. Durante 30 años vivieron una violencia sociopolítica y doméstica muy fuerte en la zona. “Ahora estamos saliendo adelante y nosotras somos fuertes. Ya no estamos pisoteadas por los varones”, dice Huamani sosegada.

Habla en plural, en alto y en femenino. Estas tres palabras significan que tiene voz y que ha roto los silencios que ellas sufrieron para la representación comunal y la defensa de sus derechos. Huamani pertenece a una asociación de 70 mujeres que en 2007 compró un sillón de odontología con fondos ahorrados entre todas. No solo buscaron el bien individual, pensaron que uniendo parte de sus ganancias conseguirían objetivos comunes y decidieron que tenían que cuidar sus doloridas dentaduras. Por la falta de leche o queso en su alimentación, se les caían los dientes, sobre todo por la pérdida de calcio durante el embarazo. “Cuando era jovencita no tenía ni muelas, pero ya me han puesto mi prótesis aquí”, detalla. Ahora se enfrentan a la complejidad de mantener a la odontóloga y de comprar el material. Para ello siguen cultivando y vendiendo sus plantones. Agustina Huamani engendra nuevas raíces para que crezcan y otorguen oxígeno, respiro y vida a Pataypampa, a casi 4.000 metros de altitud.